Friday, June 6, 2008

Alaska, día 5: huskies en el Parque Natural de Denali

Miércoles 28 de Mayo

Este día nos lo tomamos con calma desde el principio. Llevábamos un tute importante desde que salimos de Mountain View, y estábamos durmiendo poco, así que nos levantamos un poco más tarde de lo normal, desayunamos en el coche (quemándome la lengua con el chai – no de Starbucks, Jesús, no te preocupes- por el camino :) ), y nos fuimos al parque Denali.

El parque Denali es uno de los más grande de Alaska, con seis millones de acres (unos 25.000 kilómetros cuadrados). A principios del siglo XX ocupaba unos dos millones de acres, y se llamaba Parque Monte McKinley, debido a la mayor montaña de América del Norte, con unos 6.200 metros de altura, y cuyo nombre se concedió en honor del presidente de Estados Unidos. Años después, fue renombrado Denali, palabra de los indios Astabascanos, que significa "el grande". De hecho, ese es el nombre que los indios le dan a la montaña, y es como comúnmente se conoce.

Es un parque "salvaje" (lo que aquí llaman "wilderness"). Al contrario que otros parques, como Yosemite, no tiene casi carreteras, ni están pavimentadas (debido al mantenimiento del permafrost y a que el frío extremo de la zona causaría demasiados costes de mantenimiento), y sólo se permite el paso a coches privados las primeras 15 millas de la carretera, para evitar el paso te encuentras en una caseta a una simpática ranger.
En general, Alaska hace un esfuerzo constante por mantenerse salvaje, el último reducto americano de la vida sin civilización. No tengo muy claro si eso durará mucho, pero desde luego la diferencia de vida con respecto a lo que vemos en California es sorprendente.

ROSA------------------------------------


Ya en el parque, pasamos por el Centro de Visitantes del mismo y nos informamos de cómo podíamos ver una “demo” de perros de tiro, los famosos “huskies”.


Y en otra "chabolita" como esta, .... ;-), a un par de millas de distancia , el Centro de Reservas, compramos los tickets de autobús para la excursión que el día siguiente haríamos al interior del mundo salvaje del parque.

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Así que, mientras llegaba la hora, hicimos un poco de tiempo por allí. En el camino coincidimos con la llegada del famoso tren de Alaska.

Este tren tiene, en verano, 2 servicios (ida y vuelta) y 2 itinerarios (Anchorage - Denali - Fairbanks y Anchorage - Seward). Los trenes están muy bien montados y las vistas que ofrecen son espectaculares. Bastante parte del camino la vía del tren iba paralela a la carretera. Nosotros, como no tuvimos mucho tiempo para planear el viaje por nuestra cuenta, no pensamos en esa opción, sino que directamente pensamos en alquilar un coche e ir a nuestro ritmo. Esa es una gran ventaja que te da el coche y la autonomía de moverte por donde tú quieras, pero después de la grata experiencia en Holanda de viajar en tren, la verdad es que podría haber sido una gran opción.
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Así , a la hora de salida del bus que nos llevaba a ver los perros, nos acercamos a la parada y allí nos esperaba David, un conductor que anteriormente fue “ranger” (como el de Yogi , el oso :) ), que con un estilo peculiar nos fue poniendo al día de lo que íbamos a ver, y nos presentó a la ranger (ésta sí, en activo) que nos contaría todo.
Ya por allí estuvimos viendo a los perros.

Ahora comenzaban su temporada de descanso después de un duro invierno en el que los rangers patrullaban el parque con ellos, montados en trineos. Como decía antes, el parque Denali es un parque “salvaje”, y menos en un área muy pequeña, no se permiten ni automóviles privados, ni ningún tipo de motor, excepto por los autobuses del propio parque. Por tanto, los rangers realizan sus patrullas diarias por todo el parque valiéndose de medios tradicionales… y en invierno, quiere decir, con los perros.
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Algunos de los perros estaban encerrados (sin ninguna razón especial, dijeron, para usar las jaulas), otros estaban atados y con unas cuerdas delimitando hasta dónde podíamos acercarnos, mientras que otros, más sociales, sólo estaban atados, pero aceptaban cualquier tipo de caricia y mimo (ROSA: ¿Y quién aprovechó para aflorar su pasión por los perros...?)
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Tras un rato con los perros, la ranger nos dio una pequeña charla de los comienzos de la tradición de los perros en Alaska (que comenzó cuando los primeros humanos llegaron a la zona a través del estrecho de Bering, y se acrecentó cuando a finales del XIX y comienzos del XX la fiebre del oro llegó al Yukon).

Finalmente, ella misma nos mostró lo rápidos que llegaban a ser estos perros, dando una pequeña vuelta con ellos. No sé qué fue más espectacular, si verlos correr, o ver cómo sus compañeros, tras la carrera, empezaron a aullar como lobos. ¡Impresionante!
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Tenemos un vídeo grabado con la cámara de fotos, pero desgraciadamente, no graba sonido, así que los últimos 10 segundos, por favor, imaginad "uuuuuuuuuuuuuuu" por todos lados ;) ;) ;) Y perdonad la calidad, pero no era fácil :(





Para la exhibición, la ranger corrió con cinco perros: los dos primeros ejercen de líderes, y han de ser perros inteligentes que entiendan las órdenes del “musher” (el humano que lleva el trineo) y que sepan llevar al resto de los perros. El del medio era el “swing dog”, que se encarga de ayudar en los giros. Los de atrás son el músculo del trineo, perros fuertes. Hemos leído poco sobre estos perros, pero en todos los sitios dejan claro que para que un viaje tenga éxito en situaciones tan adversas como las que se encuentran a veces, los líderes han de ser perros muy inteligentes. En un post posterior escribiremos sobre la carrera más famosa de perros, la Iditarod (por cierto, que no lo sabíamos, pero cuando estuvimos en el hotelito en Fairbanks, un hombre estaba dando una charla en la entrada principal. Resulta que era Lance Mackey, ganador del Iditarod de este año, con sus 11 perros).


Tras la exhibición, volvimos a la zona del centro de visitantes del parque y aprovechamos para visitar su librería (por supuesto :) ), y después salimos de él y por la AK-3 dirección norte, muy cerca, llegamos a una zona de tiendas rústicas, algunas de ellas echas por los mismos dueños de las tiendas.




Allí nos tomamos, claro, un chai, visitamos algunas tienditas de regalos (algunas realmente chulas ;) ), y nos volvimos a la cabaña.
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Por la tarde/noche vimos una película que nos habíamos traído de casa (de Netflix) para ver en Alaska. La película se llama “Into the Wild”, llamada “Hacia rutas salvajes” en español. Esta película está basada en el libro del mismo nombre, y está basada en hechos reales. Creo que la vimos en el momento adecuado. Habíamos visto cómo y dónde vivía Jack, habíamos recorrido en coche las carreteras de Alaska, casi en Junio, con las montañas todavía nevadas hasta donde nosotros estábamos. Y la película mostraba parajes que nosotros habíamos visto, o muy parecidos.

Nosotros veíamos a Chris McCandless leer Walden, de Thoreau o La llamada de lo salvaje, de Jack London. E intentábamos entender el porqué de una decisión como la que toma el protagonista, o como la que toma Jack, el de Wiseman… abandonar la civilización, ir a la naturaleza, quedarse con lo fundamental, lo que importa primordialmente, y enfrentarse con ello al mundo.
El libro ya está en mente, y la película la recomendamos claramente, aunque creemos que si la hubiésemos visto en Madrid o en Mountain View, sin ver Alaska y todo lo que conlleva, no hubiese sido lo mismo.





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Para más información, pero en inglés, aquí tenéis el artículo original del autor del libro, en la revista Outside.

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