El martes seguimos con esa rutina. En la oficina, Suresh volvió de sus vacaciones por India, así que para celebrarlo… nos fuimos a un indio a comer. Una de las cosas que me gustan de por aquí es que, como no existe la cocina americana, cada día comemos en un restaurante diferente, con cocinas diferentes. Obviamente, son restaurantes de menú, pero aún así se puede captar la esencia. Por ahora, al menos sé que puedo comer en un indio, chino, thai, griego, italiano y japonés si añorar el “chino feliz”… ya veremos cuando eche de menos las lentejas y las judiítas (aunque de lo primero ya tuvimos aquí hace poco, gentileza de Rosa J ).
Por la tarde, aprovechando que contábamos con el coche durante la semana, le propuse a Rosa ir a una librería Barnes&Nobles que había cerca de Palo Alto, en Redwood City, al Oeste de Menlo Park. La idea era ver si tenían algunos libros que le habían recomendado a Rosa relacionados con la Terapia Visual; obviamente los podíamos haber pedido por la web, pero la oportunidad de ir a una librería de verdad es algo que no suelo desaprovechar. Lo cierto es que fue bastante decepcionante (librería relativamente pequeña y sin nada de medicina o ciencias que mereciese la pena) así que nos quedamos a cenar en la zona, en una taquería. Serían las 20:30, y nos pedimos unos nachos y unos burritos. Cuando llevábamos la mitad de los burritos, estábamos ya bastante llenos, pero ocurrieron un par de cosas que nos “empujaron” a irnos. Primero, que la música empezó a estar muy alta (y además sonaba Alejandro Sanz, aarrgghh!!!); y segundo, que empezó a hacer muuuucho frío. Resulta que la taquería cerraba a las 9!!!! Y nos estaban echando descaradamente. Así que cogimos nuestros burritos y con la música (de otro tipo) a otra parte. Consejo: a quien le vaya la marcha, que se vaya a vivir a San Francisco o a un “dorm” de Stanford, porque lo que es aquí…
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